En un intento por mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y aumentar la productividad, Japón ha decidido dar un paso hacia adelante en la implementación del sistema de 4 días laborales. Sin embargo, esta iniciativa se enfrenta a un obstáculo inesperado y difícil de superar: la arraigada cultura de workaholics que caracteriza a la sociedad japonesa. La tendencia a trabajar largas horas y sacrificar el tiempo libre en aras de la productividad y el éxito profesional se ha convertido en una parte integral de la identidad laboral japonesa. Esto ha llevado a muchos a cuestionarse si es posible cambiar esta mentalidad profundamente arraigada y si el país está realmente preparado para adoptar un sistema laboral más flexible y equilibrado.
Japón lucha por implantar días laborales, pero su cultura de workaholics se interpone en el camino
Entre los muchos problemas a los que se enfrenta Japón en los últimos años, la felicidad de los japoneses, su estabilidad respecto a la vida adulta y el preocupante envejecimiento de la población han puesto contra las cuerdas a la hora de tomar decisiones. La única solución parece ser agarrarse a cambios drásticos a todos los niveles y, como era de esperar, el de la jornada laboral de 4 días no ha tardado en ponerse sobre la mesa.
Japón apuesta por la semana de 4 días
Si en otros países se está demostrando que la semana de 4 días es capaz de mejorar la productividad de los empleados, el bienestar de la gente y fomentar el consumo gracias a ese día extra que se suma al fin de semana, plantear una reforma en su estilo de trabajo bien podría convertirse en una solución que solvente varios de sus problemas de golpe.
Sin embargo, se han encontrado con el peor enemigo posible, su cultura de workaholics y adicción al trabajo. En Japón, la cultura respecto al trabajo supone que abandonar su puesto antes de tiempo, pese a tener permiso de la empresa, suponga que otros compañeros tengan que trabajar aún más. Con los japoneses viviendo por y para el respeto que despiertan en otros, marcharse a casa no es una opción.
Entre la presión social y los problemas asociados a ver el trabajo duro como una seña de identidad loable, el creciente número de casos vinculados al karoshi, suicidios o muertes vinculadas a la depresión y el exceso de trabajo lleva subiendo de forma alarmante desde 2021, cuando estaba en 1.935 casos anuales. En 2022, en cambio, la cifra ascendió hasta los 2.968. Desde entonces, el Ministerio de Sanidad de Japón no ha revelado más datos.
La pregunta es, ¿será posible que Japón cambie su cultura laboral y adopte una jornada laboral más flexible y saludable? Solo el tiempo lo dirá, pero mientras tanto, la salud y la felicidad de los japoneses están en juego.
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