En el panorama cinematográfico actual, es innegable que el autocine ha tomado un papel protagónico en la lucha contra el racismo. Esta forma de expresión cinematográfica, que se centra en la creación de películas realizadas por y para comunidades marginadas, ha demostrado ser un arma efectiva para promover la inclusión y la diversidad en la industria del cine. A través de la pantalla, el autocine ha logrado dar voz a aquellos que tradicionalmente han sido silenciados, y ha abierto un espacio para la reflexión y el diálogo sobre la importancia de la representación y la visibilidad de las minorías. En este sentido, el autocine se ha convertido en un poderoso aliado en la lucha contra el racismo, y su impacto está siendo sentido en todo el mundo.
La revolución del autocine: cómo el entretenimiento al aire libre luchó contra el racismo y promovió la inclusión
Con la llegada de la televisión como un electrodoméstico asequible para todo tipo de bolsillos, las salas de cine comenzaron a declinar. Sin embargo, otro invento creado en 1933 estaba a punto de explotar y causar una revolución: el autocine o drive-in.
Pero ¿por qué la gente acudía a esos autocines que aparentemente ofrecían lo mismo? La respuesta está en que, aunque la idea pueda parecer la misma, en realidad no tenían nada que ver. Los autocines ofrecían una experiencia de entretenimiento mucho más amplia y elaborada que las salas de cine tradicionales.
Autocines contra el racismo
En Estados Unidos, los autocines demostraron ser un entretenimiento más amplio y elaborado que las salas de cine tradicionales. No solo ofrecían la posibilidad de ver una película, sino que también contaban con restaurantes, bares, zonas de baile, pequeños parques y atracciones, farmacias, lavados de coches, lavandería, entre otros.
Además de ofrecer una mayor comodidad y libertad, los autocines también permitían la no segregación racial entre quienes acudían a ellos. En un momento en que las salas de cine impiden la entrada por motivos raciales o creaban zonas apartadas y aisladas, los autocines se convirtieron en un lugar seguro y sin restricciones capaz de romper barreras tanto físicas como psicológicas.
La industria del cine descubrió por qué la gente no va a las salas. La solución estaba en una ley del siglo XVIII. Con la explosión del movimiento por los derechos civiles, los autocines se convirtieron en un lugar en el que los afroamericanos podían unirse a la vista de todos, ofrecer debates y promover la resistencia y desobediencia civil.
Así, conscientes de cómo esa apertura resultaba clave para que negocios como estos resultasen rentables por la afluencia de público, quienes hasta entonces no se preocupaban por la accesibilidad y la inclusión empezaron a hacerlo.
Deja una respuesta