En un momento emocionante y lleno de suspense, la llama olímpica se apagó momentáneamente durante los Juegos Olímpicos, provocando un estado de shock entre los espectadores y participantes. Sin embargo, la sorpresa no duró mucho tiempo, gracias a la intervención de un héroe anónimo que, con un gesto lleno de coraje y espíritu olímpico, logró encender nuevamente la llama con un simple mechero. Este acto emocionante no solo salvó el momento, sino que también demostró el espíritu de lucha y perseverancia que caracteriza a los atletas y a los Juegos Olímpicos en general.
La llama olímpica se apaga: héroe anónimo la vuelve a encender con un mechero en un gesto emotivo
La llama de los Juegos Olímpicos que llegará a París para inaugurar los juegos de 2024 no es un fuego cualquiera. Para encenderla se han utilizado espejos parabólicos que, valiéndose de los rayos del Sol, han hecho que ese fuego gane una connotación de pureza y elemento sagrado que no tendría de haberse encendido con un simple mechero.
El complejo sistema que hay detrás de la llama olímpica hace que ese fuego sagrado se mantenga encendido gracias a un sistema de propano capaz de mantener la llama viva incluso frente a lluvias y vientos de 70 kilómetros por hora. Pero, por si las moscas, por si ocurriese una catástrofe capaz de llegar a apagar el fuego de los Juegos Olímpicos, de esa llama inicial se encienden además otras dos linternas que permanecen a buen resguardo por si fuese necesario utilizarlas.
La llama olímpica apagada
Cuando la llama llegó a Montreal en 1976 para la celebración de los Juegos Olímpicos en la ciudad canadiense, lo hizo en perfectas condiciones. Sin embargo, varios días después tras la ceremonia inaugural, durante uno de los días en los que no había actividad en el estadio olímpico, una durísima tormenta consiguió extinguir la llama.
La suerte quiso que uno de los trabajadores de mantenimiento que estaba por allí presenciase lo ocurrido y, cuando la lluvia amainó, decidió aprovechar su pausa para el cigarro para encender de nuevo la llama con su mechero personal. Sin embargo, lejos de hacerlo con una de las linternas encendidas para esa tarea, aprovechó su mechero personal y hojas de papel de periódico que fue echando en el caldero hasta que la llama se volvió a encender.
El héroe anónimo
Pese a creer que había salvado el día, cuando la organización se enteró de lo ocurrido no tardó en extinguir de nuevo la llama para reencenderla valiéndose de la llama olímpica que guardaban a buen recaudo en las linternas secundarias. Pese a que ahora la historia de ese trabajador canadiense es una de las típicas curiosidades graciosas de los Juegos Olímpicos, para nosotros siempre será el héroe que salvó la llama con un mechero.
Fuente: Gmazenko en Midjourney
Deja una respuesta